Las gemelas caprichosas

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Las gemelas caprichosas

El cuento de Las gemelas caprichosas

Había una vez unas hermanas gemelas muy antojadizas que le solicitaron a sus progenitores un peral por su aniversario. A las pequeñas les agradaban mucho las peras, y deseaban tenerlas a su predisposición siempre y cuando se les antojaran.
Los progenitores de las gemelas, hartos y cansados de los caprichos de las pequeñas, les obsequiaron una maceta en la que habían sembrado una semilla de peral.
– Si deseáis peras deberéis cuidar vosotras mismas el árbol a fin de que medre y dé fruta -afirmó el padre -. Además de esto no volveréis a comer peras hasta el momento en que este peral dé frutos.
Las pequeñas estaban muy enfadadas. Nada les agradaba más en el planeta que las peras.
Comenzaron a regar la maceta, mas pasaron los días y de allá no salía nada. Las gemelas estaban agobiadas, por el hecho de que llevaban tiempo sin probar su fruta preferida y no estaban habituadas a tener que trabajar para lograr lo que deseaban.
Un día se les ocurrió que podían ir al pueblo de al lado y buscar algún pequeño al que mentir. Le cambiarían la maceta con el peral por un enorme saco de peras. Y de este modo lo hicieron.
Las pequeñas volvieron a casa con su gran saco de peras. Cuando sus progenitores las vieron le preguntaron de dónde habían sacado tantas peras.
– Del peral, naturalmente -afirmaron a coro las 2 pequeñas. Y se fueron corriendo por si acaso sus progenitores les preguntaban dónde estaba el árbol.
Tras unos días las pequeñas se habían quedado ya sin peras.
– ¿Qué hacemos ahora? -afirmó una.
– Nos hemos comido todas y cada una de las peras y ahora no tenemos ni peras ni tampoco peral que nos dé más -afirmó la otra.
Decidieron regresar al pueblo a ver si lograban que el pequeño les devolviese su maceta. Mas el chaval les afirmó que no era posible, por el hecho de que había plantado la semilla en un pequeño campo que había al lado de su casa.
– Mas si deseáis podéis asistirme a cuidarlo y podemos compartir las peras cuando estén maduras -afirmó el pequeño.
Las gemelas no tenían tiempo para esas cosas. Ellas deseaban las peras ya. Con lo que se fueron muy airadas a contarle lo sucedido a sus progenitores.
– Ya vemos que no lo habéis entendido. Os obsequiamos el peral pues deseábamos que por vez primera aprendieseis a ser pacientes y consiguierais algo con vuestro esmero. Mas en vez de eso habéis engañado a ese pequeño y eso está muy mal. Como castigo vais a deber asistirle a cuidar al peral y cuando afloren los primeros frutos va a ser quien decida si desea o bien no compartirlas con vosotras.
Las gemelas no tuvieron más antídoto que cumplir con su castigo, mas la verdad es que lejos de ser una carga terminó una experiencia buenísima para ellas puesto que aprendieron lo gratificante que es trabajar para conseguir lo que uno quiere. Además de esto se hicieron amiguísimas de aquel pequeño y los 3 gozaron mucho de aquel peral, que dio las peras más exquisitas del planeta.

Qué aprendimos del cuento Las gemelas caprichosas

Este cuento nos explica el valor del trabajo y el ahínco para lograr lo que deseamos. Lo hace a través del ejemplo de las “gemelas caprichosas” quienes al comienzo no desean trabajar mas por último terminan entendiendo que deben hacerlo para lograr lo que desean. Este cuento asimismo recuerda a los más pequeños que han de ser pacientes en el momento de lograr aquello que desean, pues además de esto la satisfacción de conseguir lo que se quiere es siempre y en toda circunstancia considerablemente mayor.

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