Los zapatos saltarines

Hoy el Cuento de la categoria Cuentos Originales sobre Los zapatos saltarines

Los zapatos saltarines

El cuento de Los zapatos saltarines

Érase una vez, una ranita llamada Nina que vivía en una charca así como su familia y un montón de ranitas más.
Nina era una rana muy pequeña y singular. Siempre y en todo momento sonreía y le encantaba hacer reír a sus compañeros de la charca. Era muy chistosa y todos la querían mucho.
Nina se iba haciendo mayor y debía aprender a saltar como el resto ranas.
Sus papás la enseñaban poquito a poco, mas, un día, se percataron de que Nina no podía saltar como el resto de las ranas. Por mucho que lo procuraba, Nina no lograba dar un salto.
– ¡Vamos Nina! ¡Coge impulso y brinca! ¡Tú puedes hacerlo! – le afirmaban todos
Mas la pobre Nina, que lo procuraba día a día, jamás lograba saltar y, poquito a poco, se fue poniendo poco a poco más triste hasta perder la sonrisa completamente.
– Nina, tu siempre y en todo momento estabas feliz y sonreías. Todo el rato nos hacías reír y ahora estás realmente triste ¿Qué te pasa? – Le preguntó un día un caracol que vivía en la charca.
Nina estaba poco a poco más triste por el hecho de que era la única ranita de la charca que no podía saltar. Las ranitas de su edad ya habían aprendido y todas y cada una iban a saltar juntas a otras charcas, mas como Nina no podía, se quedaba triste y sola.
Un día, una de las ranitas que echaba de menos a Nina, dijo:
– Amigos, Nina está poco a poco más triste. ¡Deberíamos hacer algo para asistirla! Ella era la ranita más sonriente de todas y cada una y siempre y en todo momento hacía cosas buenas por nosotros.
Todas y cada una de las ranitas estuvieron conforme en asistir a Nina y comenzaron a meditar en una solución a fin de que Nina lograra saltar.
Pasaron los días, y las ranitas no tenían ninguna buena idea que pudiese asistir a Nina, hasta el momento en que una de ellas dio con la solución.
– Ranitas, ¡creo que sé lo que podemos hacer! He oído charlar de un conejo hechicero que hace magia. Si lo procuramos le podemos solicitar ayuda.
Todas y cada una de las ranitas se pusieron contentísimas y de forma rápida fueron a buscar al conejo hechicero. Brincaron de un lado a otro preguntando al mundo entero mas absolutamente nadie sabía dónde vivía el conejo.
Tras 3 duros días de busca y de mucho esmero, las ranitas vieron una madriguera de la que salía mucha luz y, saltando despacio, se aproximaron a ver qué era.
Allá estaba el conejo cantando canciones que absolutamente nadie comprendía rodeado de un montón de botecitos de colores que relucían mucho.
– Señor conejo, venimos a solicitarle ayuda – afirmó una de las ranitas
El conejo miró a las ranitas y preguntó:
– ¿A mí? ¿Qué puedo hacer por vosotras?
Las ranitas explicaron al conejo hechicero que Nina no podía saltar y que cada vez estaba más triste y el conejo, que sabía hacer hechizos para todo, les dijo:
– ¡Justo tengo lo que precisáis! ¡Ahora vais a ver!
El conejo comenzó a buscar como desquiciado en un baúl muy grande. Sacó millones de cosas hasta el momento en que al fin halló lo que procuraba.
– ¡Con estos zapatos mágicos vuestra amiga va a ser las más saltarina de todas y cada una! – afirmó mientras que les enseñaba unos zapatos muy refulgentes.
Las ranitas cogieron los zapatos y fueron saltando hasta la charca para buscar a Nina. Cuando llegaron, Nina estaba realmente triste y sola:
– ¡Nina! ¡Nina! ¡Mira lo que hemos logrado! – chillaban todas y cada una de las ranas
Nina se puso los zapatos saltarines y, de súbito, dio un salto tan grande que llegó a la rama de un árbol gigante y, desde arriba, con una sonrisa enorme, gritó:
– ¡Mirad! ¡He logrado saltar! ¡Esto es lo mejor que me ha pasado jamás! ¡Sois las mejores amigas del planeta!
Todas y cada una de las ranitas estaban contentísimas pues Nina había vuelto a sonreír y a ser la ranita feliz y singular de siempre y en todo momento y, desde ese momento, Nina siempre y en todo momento lleva sus zapatos saltarines y jamás más ha vuelto a estar sola y triste merced a sus amigas.

Qué aprendimos del cuento Los zapatos saltarines

Este cuento prueba a los más pequeños la relevancia de la amistad por medio de la historia de la ranita Nina, a quien solo sus amigas logran que recupere su sonrisa.
Lo hacen ayudándole a superar eso que le pone tan triste, y que en un caso así es no poder saltar como el resto de las ranitas. Los pequeños deben comprender puesto que que tan esencial como que les asistan es asimismo brindar su ayuda a quien la necesite.

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