Hoy el Cuento de la categoria Cuentos Originales sobre La gran final
El cuento de La gran final
Adam y Jon eran compañeros de instituto desde el primer curso. Siempre y en toda circunstancia habían sido buenos amigos, jugaban juntos al futbol y se lo pasaban realmente bien. Adam era un genial deportista; no obstante, Jon era bastante torpe en los deportes, si bien le daba lo mismo, y a pesar de eso siempre y en toda circunstancia admitía jugar con Adam, si bien perdiese siempre y en toda circunstancia.
A Adam esto de ganar siempre y en toda circunstancia le comenzó a agradar. Con lo que adiestraba durísimo a fin de que absolutamente nadie le venciese. Mas comenzó a tomarse los partidos muy de verdad y cambio mucho; tanto que, cuando jugaban en equipo, jugaba sucio haciendo muchas faltas y trampas para ganar siempre y en toda circunstancia. A Adam ya no le agradaba jugar con Jon.
– ¿Puedo jugar en tu equipo Adam?
– No Jon, eres demasiado malo. Mejor prosigue jugando en tu equipo, de esta forma es más simple ganar el partido.
A Jon le dolían las palabras de su viejo amigo mas a pesar de eso proseguía jugando y sacrificándose por superar sus restricciones.
Un día llegó al instituto la nueva de que iban a competir en el torneo nacional de jóvenes futbolistas. Mas solo podía ir un equipo representando a cada instituto. Al final, como en los 2 equipos había buenos jugadores decidieron unirse para el torneo. Adam fue escogido capitán y enseñó a sus compañeros sus estrategias y sus trampas para ganar. Y de esta manera, jugando sucio, es como ganaron todos y cada uno de los partidos hasta el momento en que llegó el día de la enorme final.
Como era de aguardar, Jon se pasó todos y cada uno de los partidos en el banquillo. Mas lo que no aguardaba absolutamente nadie es que el equipo contra el que iban a jugar la final hiciese más trampas y jugase más sucio que el equipo de Adam. Solamente iniciar, se lanzaron sobre el tobillo del capitán para lesionarlo y que no pudiese jugar más.
– ¡Qué haremos! -se lamentaban todos.
– Sin Adam no somos nada, vamos a perder seguro -afirmaba uno.
– Mejor va a ser que nos rindamos ahora, antes que nos lesionemos todos -afirmaba otro.
– ¡Ni charlar! -Jon se levantó con la pretensión de no dejar que se retiraran.
– ¿Qué afirmas? -le afirmó Adam con menosprecio-. ¿No has visto lo que me han hecho? ¡Son unos tramposos!
– Mas no más que -afirmó Jon -. Quizá sean más salvajes y más malévolos, eso sí. Mas tengo una idea.
Jon les explicó las estrategias que proseguía para eludir los golpes y las trampas cuando jugaba contra Adam y les animó a jugar para probarles que absolutamente nadie podía atemorizarles.
– Está bien, jugad -afirmó Adam -. Mas si Jon es tan listo, que sea el capitán -agregó con mofa.
Todos admitieron y jugaron el partido mientras que Adam se reía del descalabro de sus compañeros, que no metían tanto ni en propia puerta.
Cuando el equipo contrario vio el ahínco que hacían por jugar limpio decidieron hacer lo mismo asimismo.
Fue un partido increíble, de esos que pasan a la historia. Y cuando acabó el partido todos se sintieron muy orgullosos, aun el equipo de Jon, que perdió por goleada.
– ¿Por qué razón estáis tan contentos? -preguntó Adam -.¡Habéis perdido! ¡Sois el hazmereir de todo el país!
– No Adam, te confundes -afirmó Jon -. Hemos probado que es posible jugar limpio y hemos logrado asimismo que nuestros contrincantes nos respeten y admitan jugar limpio por resolución propia. Además de esto, hemos gozado mucho, por el hecho de que no nos hemos preocupado tanto por ganar como haces , sino más bien por ofrecer un buen juego.
Adam aprendió la lección y se excusó con Jon, que le excusó inmediatamente. Y todos juntos se fueron cantando:
Hemos perdido, hemos perdido, mas nos hemos divertido.
Qué aprendimos del cuento La gran final
Con esta historia los pequeños van a aprender que si bien ganar es ameno, no es lo más esencial, en especial cuando jueguen con sus amigos. El propio juego puede resultar tanto o bien más entretenido si se juega sin trampas, con deportividad, honradez, y como es natural, respetando a nuestros compañeros (si bien no sean buenísimos como le ocurre al personaje de Jon) y asimismo a nuestros contrincantes.