Hoy el Cuento de la categoria Cuentos Originales sobre Timón, el pequeño jugador
El cuento de Timón, el pequeño jugador
Timón era un pequeño muy bajo que tenía diez años. Era tan bajo que en la escuela tenía un pupitre más pequeño que el del resto, se vestía con la ropa de su hermano de 6 años y empleaba una bici más chiquitita que las de los pequeños de su edad.
Absolutamente nadie sabía por qué razón Timón no medraba más, mas a él no le importaba pues ser bajo asimismo tenía sus cosas buenas. Solo se sentía triste en el instituto, donde todos y cada uno de los pequeños se burlaban de él.
Jamás deseaban jugar con él a nada y, en clase, toda vez que la maestra lo llamaba se reían de él por el hecho de que no llegaba a la pizarra y debía subirse a una silla.
Timón muy frecuentemente se sentía mal, pues sus compañeros no se percataban de que no era el único diferente. Por servirnos de un ejemplo había otro chaval que era tan alto que podía tocar los árboles más altos con las manos, otro con unas lentes enormes pues prácticamente no veía y otro tan delgado que debía darle 2 vueltas al cinturón. Cada uno de ellos de los pequeños tenía alguna característica diferente y eso lo hacía considerablemente más ameno, mas para los pequeños lo único entretenido era burlarse del pobre Timón.
Un día, mientras que estaban en el recreo, Timón estaba solo comiéndose un bocadillo y, cuando lo acabó, decidió charlar con sus compañeros para preguntarles si deseaban jugar con él.
– Jugamos a las carreras. Tu, como tienes las piernas tan cortitas, no puedes correr veloz le afirmó Manuel, el líder del conjunto
Timón se dio la vuelta y volvió a quedarse solo hasta el momento en que, al día después, vio que sus compañeros jugaban al futbol y se aproximó para consultar si podía jugar con ellos.
– Timón, tu no vales para jugar al futbol. ¡Contigo en el equipo vamos a perder seguro! le volvió a decir Manuel
Entonces, Timón se volvió a marchar solo a un rincón del recreo.
Esa tarde, su hermano se halló una pelota de baloncesto y, cuando llegó a casa, le dijo:
– Timón, ¡Mira lo que me he encontrado! ¿Deseas jugar al baloncesto conmigo?
Timón, que no había jugado jamás al baloncesto, se puso contentísimo. Los 2 hermanos comenzaron a jugar, cuando, de súbito, los 2 se percataron de que Timón encestaba todas y cada una de las pelotas a la primera.
Resultó que Timón tenía mucha fuerza en los brazos y podía encestar la pelota desde la otra punta de la pista aun.
Al día después, los pequeños del instituto jugaban al baloncesto, con lo que Timón, contentísimo, se aproximó para jugar con ellos.
– ¿Puedo jugar con vosotros? Soy buenísimo encestando la pelota
– ¡Jajajajaja! Un pequeño tan pequeño como no puede jugar al baloncesto afirmó Manuel
– ¡Sí que puedo! Y además de esto lo hago realmente bien. Permíteme la pelota y te lo probaré.
Mas Manuel se echó a reír y prosiguió jugando con sus amigos sin darle a Timón la opción de procurarlo.
Timón volvió a quedarse solo, mas, justo en ese instante, levantó la cabeza y vio un cartel que anunciaba un concurso de triples.
Timón no se lo pensó un par de veces. Deseaba jugar y probar a sus compañeros y en especial a Manuel, que si bien fuera más bajo que el resto no se merecía que le dejasen de lado.
Al fin llegó el concurso. Debían lanzar la pelota diez veces y ganaría el que más balones encestase. Todos fueron probando mas absolutamente nadie conseguía hacer un diez. Hasta el momento en que al fin llegó el turno de Timón.
– ¡Timón, con tu estatura no vas a encestar ni una! le chillaban
Mas Timón se armó de valor y lanzó todas y cada una de las pelotas sin fallar ni una. Fue el primero en lograr el diez y todos se quedaron pasmados.
Timón ganó el primer premio y probó a sus compañeros que ser bajo no le impedía hacer exactamente las mismas cosas que el resto. Estos se excusaron por su comportamiento y jamás nunca volvieron a meterse con él.
Qué aprendimos del cuento Timón, el pequeño jugador
La historia de Timón enseña a los pequeños a que deben admitirse como son, con las cosas que los hacen diferentes al resto. Esto incluye naturalmente, respetar al que es diferente. Algo que lamentablemente no ocurre en el cuento hasta el final.
El cuento enseña a los más pequeños asimismo a no juzgar a alguien solo por su apariencia. Puesto que como le ocurre a Timón, a quien todos y cada uno de los pequeños creían inútil de jugar al baloncesto, termina probando que sí lo es.