Juan sin miedo

Hoy el Cuento de la categoria Cuentos Clásicos sobre Juan sin miedo

Juan sin miedo

El cuento de Juan sin miedo

Había una vez un padre que tenía 2 hijos. El mayor de ellos era listo y despierto, al paso que el pequeño era un tanto torpe. Mas había una cosa en la que el pequeño, que se llamaba Juan, superaba a su hermano: Juan no tenía jamás temor. Mas el chico no se sentía orgulloso de ahí que y siempre y en todo momento andaba diciendo que le agradaría aprender a tener temor.
Un día el padre se enojó de tener un hijo como Juan y le afirmó que se marchara:
– Toma cincuenta florines y vete a recorrer el planeta. Aprende algo con lo que ganarte la vida.
– Claro padre, lleváis razón. Voy a aprender a tener temor.
– Haz cuanto quieras, mas con eso no te vas a ganar el sustento – le respondió el padre
En su camino Juan llegó a una posada en la que el posadero, harto de escuchar las ganas que tenía de saber lo que era el temor le afirmó que fuera a ver al Rey, puesto que había anunciado que entregaría todo género de riquezas y la mano de su preciosa hija al joven sin temor que fuera capaz de pasar 3 noches en el castillo encantado.
Juan se presentó al día después frente al Rey, a quien le resultó simpático, y le dejó que escogiera 3 cosas que llevarse al castillo.
– ¿3 cosas? Mmmm Ya sé: fuego, un torno y un banco de carpintero con su cuchilla.
Cuando el joven sin temor llegó al castillo encendió una fogata. Al instante aparecieron unos grandes gatos negros que lo miraban con fiereza.
– Acercaos al fuego si tenéis f?io y dejad de perder el tiempo maullando – afirmó Juan
– ¿Por qué razón no jugamos ya antes una partida a las cartas? – respondió uno de los gatos
En ese instante los animales sacaron sus afiladas uñas.
– ¡Qué uñas más largas! Yo os las voy a cortar – y de manera rápida los cogió del cuello y los sostuvo al banco del carpintero.
Desprovistos de sus garras los mininos se sintieron indefensos y salieron corriendo de aquel sitio.
Cuando el sueño comenzaba a hacer mella en el joven Juan sin temor vio de súbito una extensa cama. Se tumbó en ella y la cama comenzó a dar vueltas por el castillo. El chaval estaba encantado de poder recorrerlo entero, mas terminó cansándose de tanta vuelta y se fue a dormir al lado del fuego, donde continuó toda la noche.
Al día después apareció por ahí el Rey persuadido de que el joven no habría subsistido, y cuando lo vio allá se sorprendió mucho.
En la segunda noche, estaba el chaval al lado del fuego cuando de la chimenea comenzaron a caer hombres uno tras otro. Entre todos traían 9 tibias y 2 calaveras con las que comenzaron a jugar a los bolos.
– Un instante – afirmó Juan – de esta manera no se puede jugar. Esos bolos no son redondos. Dejadme un instante las calaveras.
El joven les dio forma en su torno y estuvo jugando toda la noche con ellos a los bolos.
Por la mañana siguiente el Rey apareció por allá nuevamente.
– ¿Qué tal has pasado la noche? ¿Sabes ya lo que es el temor?
– Lo pasé realmente bien jugando a los bolos, mas que va… ¡esperemos supiera lo que es el temor!
A lo largo de la tercera noche, estaba el joven contemplando el fuego pensando en por qué razón era inútil de sentir temor cuando por allá aparecieron 6 hombres cargando un ataúd. Lo depositaron en el suelo y el chaval se aproximó al fallecido.
– ¡Mas si tiene la cara helada!
Y lo sacó de ahí y trató de calentarlo acercándolo al fuego. De súbito el fallecido comenzó a moverse y se levantó muy malhumorado.
– ¿Con lo que encima que te hago entrar en calor te pones de esta forma conmigo? ¡Puesto que ahora vas a ver!
Y Juan lo volvió a meter en el ataúd y los 6 hombres se lo llevaron.
– No sé si alguna vez voy a saber lo que es el temor. Semeja que no lo lograré ni si bien me pase acá toda la vida – afirmaba el chaval mientras que miraba al fuego nuevamente.
Entonces apareció un ogro que llevaba una barba blanca y larga. Le desafió a probar quien de los 2 era más fuerte y Juan admitió.
El viejo cogió un hacha y de un hachazo la clavó en un tas próximo. Mas entonces el chico cogió el hacha y repitió la proeza aprisionando la barba del ogro.
El ogro admitió que había perdido y le afirmó que le daría grandes riquezas si lo soltaba. Lo condujo hasta una de las bodegas de palacio y le enseñó 3 arcas de oro.
Mas en ese instante sonaron las 12 de la noche, todo desapareció y el pobre chico solo pudo que echarse a dormir al lado del fuego.
El Rey apareció por el castillo por la mañana siguiente y le preguntó si sabía ya lo que era el temor.
– ¡Qué va! Por acá ha pasado bastante gente mas absolutamente nadie me lo ha explicado todavía.
– No importa. Has cumplido con nuestro acuerdo con lo que te casarás con mi hija.
Al cabo de cierto tiempo la princesa comenzó a hartarse de oír continuamente decir a su marido que deseaba saber qué era el temor.
– Ya sé lo que haré – afirmó la princesa – Fue al río y cogió un barreño de agua fría con muchos pececillos.
De noche mientras que su esposo dormía, cogió el barreño y se lo tiró por encima despertándolo de un buen susto.
– ¡Ahh que temor! ¡Qué temor mi madre! ¡Ahora sí sé lo que es el temor!

Qué aprendimos del cuento Juan sin miedo

Este cuento nos habla por una parte de temor y nos viene a decir que no debemos atemorizarnos por aquellas cosas que el resto afirmen que dan temor. Como sucede en el cuento con las historias que se contaban con la gente que había intentado entrar en el castillo.
En cualquier caso, podemos tener temor de las cosas que veamos mas no de aquellas de las que solo hemos oído charlar. El temor irracional no conduce a parte alguna, al tiempo que el temor entendido como respeto cara situaciones que pueden provocar un cierto peligro o bien ponernos en riesgo, es positivo.
Por otra parte este cuento nos enseña la relevancia de un valor como la argucia.
Si bien al personaje primordial su padre le afirma que es un zoquete e inclusive mismo lo piensa, la historia nos prueba que se trata realmente de un joven muy taimado. De esta manera lo prueba cuando se libra de los grandes gatos o bien cuando captura al ogro cogiendo con el hacha su barba.

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