El alcaraván y la zorra

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El alcaraván y la zorra

El cuento de El alcaraván y la zorra

La pájara estaba en su nido con sus pequeños pajarillos cuando comenzó a neviscar. Hacía mucho frío y se esmeraba por taparlos a fin de que no se helaran.
Una zorra pasó por allá helada y fallecida de apetito y al ver a la pájara con sus pájaros en el nido tuvo una idea.
– ¡Oye pájara! ¡Dame uno de tus polluelos, que tengo apetito!
– ¿De qué manera? ¡Ni charlar!
– Tu vas a ver mas si no lo haces te corto la rama en la que te mantienes…
No tengo escapatoria – pensó la pájara – Deberé entregárselo para salvar al resto, pues si nos corta la rama terminará con todos.
Conque la pájara debió hacer caso a la zorra.
Estaba tan triste la pájara tras aquello que no hacía otra cosa que plañir. Entonces, pasó por allá el alcaraván.
– ¿Mas qué te pasa pájara?
– Que la zorra me ha conminado con cortarme la rama en la que tengo mi nido con mis polluelos si no le daba uno para comérselo y no me ha quedado más antídoto que hacerle caso…
– ¡Va a ser mentirosa esa zorra! No puede romperte la rama de ningún modo ¡Lo único que corta las ramas son las hachas de los hombres!
– ¿De qué forma? Despreocúpate que no volverá a engañarme
Al día después volvió la zorra con exactamente la misma cantilena.
– ¡Oye pájara! ¡Dame uno de tus polluelos, que tengo apetito!
– ¡No, ni charlar!
– Tu vas a ver mas si no lo haces te voy a cortar la rama en la que te sostienes…
– ¡Patraña! Lo único que corta las ramas son las hachas de los hombres
– ¿Y quién te ha dicho eso?
– ¡El alcaraván!
La zorra estaba muy airada de que el alcaraván le hubiera fastidiado sus planes conque se fue a procurarlo al prado para comérselo.
– Hola alcaraván, exactamente te estaba buscando
– ¿A mi? ¿Por qué razón? – afirmó el ave tratando de disimular el temor que le entraba al ver a la zorra lamerse
– ¡Por el hecho de que le contaste a la pájara que no puedo recortar su rama!
– Ah bueno eso…
– Nada de buenos, ¡te comeré ya!
– Un instante. Ya antes debes subir a lo alto de la Peña de la Hogaza, que es ese monte que se ve allá, y chillar 3 veces ¡¡alcaraván comí!! por el hecho de que de este modo mis hijos rezarán por mí cuando lo oigan.
A la zorra le pareció una tontería, mas pues se lo iba a comer le dio igual hacerle caso. Subió a lo alto del monte con el pájaro en su boca y gritó:
– ¡Alcaraván comí!
– De esta forma no, más alto hombre que si no no lo van a oír y no rezarán.
– ¡¡Alcaraván comí!!
– Mas más alto, que no lo oirán
Y la zorra cogió mucho aire por tercera vez y dijo:
– ¡¡¡Alcaraván coomíiiii!!!
Y abrió tanto la boca que el alcaraván pudo escaparse volando y contestó:
– ¡A otro más imbécil y no a mí!

Qué aprendimos del cuento El alcaraván y la zorra

Este cuento popular nos recuerda lo valiosos que son el ingenio y la inteligencia para solucionar cualquier situación, por difícil que sea. A pesar de que el alcaraván era considerablemente más pequeño y enclenque que la zorra, consigue mentir al animal y salvar su vida usando su ingenio para hallar la manera de que abra la boca y de esta manera pueda salir volando.

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