Garbancito / El Patufet

Hoy el Cuento de la categoria Cuentos Populares sobre Garbancito / El Patufet

Garbancito / El Patufet

El cuento de Garbancito / El Patufet

Había una vez un matrimonio que deseaba tener hijos. Tras un buen tiempo aguardándolo por último tuvieron uno mas cuando nació resultó ser un pequeño pequeñísimo, tan pequeño como un grano de arroz, de ahí que decidieron llamarlo Garbancito.
Fue pasando el tiempo y si bien Garbancito se hacía mayor, proseguía siendo igualmente pequeño. Sus progenitores estaban algo preocupados, pero a él eso no le importaba. A él le agradaba trabajar y asistir a sus progenitores como hacían el resto de los pequeños.
Un día la madre de Garbancito hacía un muy, muy rico arroz con conejo cuando se quedó sin azafrán.
– ¡Mi madre! ¿Y ahora qué hago ?
Garbancito, que estaba por allá cerca, le respondió de inmediato:
– Yo voy a ir a adquirirlo mamá. Despreocúpate
– ¿Mas de qué forma irás tu? ¿Y si no te ven y te pisan?
– Apacible mamá
– No no hijo mío, ya voy .
– Por favor mamá, deja que vaya. Voy a ir cantando una canción a fin de que todos me oigan y de esta forma no me pisen y volveré a casa con tu azafrán.
Si bien la mamá de Garbancito se quedó preocupada, al final terminó dejando a su hijo que fuera.
– Toma esta moneda y ve a “Ca la Rojals” Y ten mucho cuidado de que no te pisen
Garbancito se echó la moneda a la espalda y salió a la calle cantando:
Pachín, pachín, pachán,
A Garbancito no lo piséis
Pachín, pachín, pachán,
A Garbancito no lo piséis
Todo el planeta se daba la vuelta cuando oía a Garbancito, mas como era tan pequeño no se le veía bajo la moneda y pensaban que era la moneda la que cantaba y andaba sola.
Cuando el chaval llegó a la tienda solicitó el azafrán que le había encargado su madre.
– Buenos días señora, deseaba un poco de azafrán para el arroz con conejo que prepara mi madre.
– ¿De qué manera? No le he oído – respondió la dependienta sin saber de dónde venía aquella vocecilla –
– Que deseaba un poco de azafrán para el arroz con conejo que prepara mi madre.
– Mas, ¿dónde se encuentra señor? No lo veo por ninguna parte…
– ¡Estoy acá! – respondió Garbancito un tanto disgustado
– ¡Uy! ¡Una moneda que habla!
– No soy una moneda, soy Garbancito y deseaba un poco de azafrán para el arroz con conejo que prepara mi madre.
– Ay si si claro, enseguida
Garbancito salió de la tienda con el azafrán y volvió a entonar con fuerza su canción a fin de que todo el planeta pudiese oírle.
Pachín, pachín, pachán,
A Garbancito no lo piséis
Pachín, pachín, pachán,
A Garbancito no lo piséis
La madre de Garbancito se puso contentísima al ver que su hijo había vuelto sano y salvo.
– Gracias hijo mío. Eres un pequeño buenísimo
Garbancito se sentía muy orgulloso de haber podido asistir a su madre y deseó hacer lo mismo con su padre, que trabajaba en el huerto.
– Mamá, ¿me dejas que asista asimismo a papá? Puedo llevarle la cesta del almuerzo que siempre y en todo momento le llevas tu…
– Uy no sé hijo, es muy grande
– Permíteme procurarlo, ya vas a ver como puedo
Al final Garbancito, que era muy terco, se salió con la suya y salió empujando la cesta camino del huerto cantando su canción para eludir que lo pisaran.
Pachín, pachín, pachán,
A Garbancito no lo piséis
Pachín, pachín, pachán,
A Garbancito no lo piséis
Cuando le faltaba poco para llegar comenzó a llover realmente fuerte conque Garbancito se refugió bajo una col que había ahí al lado.
Entonces apareció por ahí un buey grande y pesado y fallecido de apetito. El animal se había metido en el huerto buscando una col para comérsela. Mas no veía ninguna… hasta el momento en que dio con la de Garbancito. Abrió la boca y ¡aaaammm! Garbancito fue a parar a la tripa del buey.
El padre de Garbancito se fatigó de aguardar a que le llevase su mujer el almuerzo y terminó por retornar a casa airado.
– ¿Se puede saber por qué razón absolutamente nadie me ha llevado el día de hoy mi almuerzo? – le afirmó a su mujer cuando entró en casa
– ¡No me afirmes que no ha aparecido por allá Garbancito!
La mujer le explicó que Garbancito había salido con la cesta cara allá y no sabiendo qué le habría ocurrido salieron los 2 preocupadisimos a procurarlo. Los vecinos del pueblo se unieron a ellos cuando los oyeron llamar a su hijo:
– ¡Garbancito! ¿Dónde estás?
– ¡Garbancitoo!
– ¿Dónde estás Garbancito?
– ¡Garbancito!
Hasta el momento en que al final una voz en la distancia respondió endeblemente
– ¡Estoy acá, en la tripa del buey donde no nieva ni llovizna!
Todos prosiguieron aquella voz hasta el buey y decidieron que lo mejor era hacer cosquillas en la nariz al animal para lograr que estornudase. Con lo que cogieron una pluma, el animal estornudó y al final Garbancito salió disparado.
El pequeño se abrazó contentísimo a sus progenitores y juntos volvieron a casa para comerse el arroz con conejo cantando:
Pachín, pachín, pachán,
A Garbancito no lo piséis
Pachín, pachín, pachán,
A Garbancito no lo piséis

Qué aprendimos del cuento Garbancito / El Patufet

Este cuento nos habla de 2 valores tan esenciales como son el ahínco y la superación. El pequeño Garbancito nos da una enorme lección probando que debemos esmerarnos por superar todos y cada uno de los obstáculos que hallemos, como hace con su pequeña estatura.
Los pequeños deben comprender en primer lugar que deben admitirse como son, y seguidamente que no importa si piensan que hay algo que no pueden hacer, por el hecho de que sacrificándose por lograrlo terminarán dándose cuenta de que sí pueden hacerlo.

Leave a Reply