El gato con botas

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El gato con botas

El cuento de El gato con botas

Había una vez un molinero pobre que cuando murió solo pudo dejar a sus hijos por herencia el molino, un asno y un gato. En el reparto el molino fue para el mayor, el asno para el segundo y el gato para el más pequeño. Este último se lamentó de su suerte cuando supo cuál era su parte.
– ¿Y ahora qué voy a hacer? Mis hermanos van a trabajar juntos y van a hacer fortuna, mas solo tengo un pobre gato.
El gato, que no andaba lejísimos, le contestó:
– No os preocupéis mi señor, estoy convencido de que os voy a ser más valioso de lo que pensáis.
– ¿Ah sí? ¿De qué forma?, afirmó el amo descreído
– Dadme dos botas y un saco y os lo probaré.
El amo no terminaba de opinar completamente en sus palabras, mas como sabía que era un gato taimado le dio lo que solicitaba.
El gato fue al monte, llenó el saco de salvado y de trampas y se hizo el fallecido junto a él. De manera inmediata cayó un conejo en el saco y el gato puso rumbo cara el palacio del Rey.
– Buenos días majestad, os traigo representando a mi amo el marqués de Carabás – puesto que este fue el nombre que primero se le ocurrió – este conejo.
– Mil gracias gato, dadle las gracias asimismo al señor Marqués de mi parte.
Al día después el gato cazó 2 perdices y nuevamente fue a ofrecérselas al Rey, quien le dio una propina como agradecimiento.
Los días fueron pasando y el gato prosiguió a lo largo de meses llevando lo que cazaba al Rey de una parte del Marqués de Carabás.
Un día se enteró de que el monarca iba a salir al río de manera conjunta con su hija la princesa y le afirmó a su amo:
– Haced lo que os digo amo. Asistid al río y bañaos en el sitio que os afirme. Yo me ocuparé del resto.
El amo le hizo caso y cuando pasó al lado del río la carroza del Rey, el gato empezó a chillar diciendo que el marqués se ahogaba. Al verlo, el Rey ordenó a sus guardas que lo salvaran y el gato aprovechó para contarle al Rey que unos prófugos habían robado la ropa del marqués mientras que se bañaba. El Rey, como agradecimiento por los regalos que había recibido de su parte mandó velozmente que le llevasen su traje más bello. Con él puesto, el marqués resultaba en especial precioso y la princesa no tardó en percatarse de ello. De forma que el Rey lo invitó a subir a su carroza para dar un camino.
El gato se puso por delante de ellos y cuando vio a dos campesinos segando corrió hacia ellos.
– Buenas gentes que segáis, si no afirmáis al Rey que el prado que estáis segando pertenece al señor Marqués de Carabás, os van a hacer picadillo como carne de pastel.
Los campesinos hicieron caso y cuando el Rey pasó junto a ellos y les preguntó de quién era aquel prado, respondieron que del Marqués de Carabás.
Prosiguieron camino adelante y se cruzaron con otro par de campesinos a los que se aproximó el gato.
– Buenas gentes que segáis, si no afirmáis al Rey que todos estos trigales pertenecen al señor Marqués de Carabás, os van a hacer picadillo como carne de pastel.
Y cuando el Rey preguntó a los segadores, respondieron sin dudar que aquellos campos asimismo eran del marqués.
Siguieron su camino y se hallaron con un imponente castillo. El gato sabía que su dueño era un ogro conque fue a charlar con el.
– He oído que tenéis el don de transformaros en cualquier animal que deseéis. ¿Es eso cierto?
– Puesto que claro. Vais a ver de qué manera me transformo en león
Y el ogro lo hizo. El pobre gato se amedrentó mucho, mas prosiguió adelante con su hábil plan.
– Ya veo que están en lo correcto. Mas seguro que no sóis capaces de transformaros en un animal pequeñísimo como un ratón.
– ¿Ah no? ¡Mirad esto!
El ogro cumplió su palabra y se transformó en un ratón, mas entonces el gato fue más veloz, lo cazó de un zarpazo y se lo comió.
De esta forma, cuando el Rey y el Marqués llegaron hasta el castillo no había ni indicio del ogro y el gato pudo decir que se hallaban en el estupendo castillo del Marqués de Carabás.
El Rey quedó maravillado ante tanto esplendor y terminó pensando que se trataba del aspirante idóneo para casarse con su hija.
El Marqués y la princesa se casaron dichosamente y el gato solo volvió a apresar ratones para entretenerse.

Qué aprendimos del cuento El gato con botas

Este cuento nos prueba lo lejos que podemos llegar usando nuestro ingenio, como hace el gato, que con su argucia es capaz de lograr algo que a priori semeja imposible como es el hecho de que el Rey desee darle a su amo la mano de su hija.
Sus sacrificios por cumplir su objetivo son asimismo un caso de perseverancia y paciencia, mas sobre todo de esplendidez, puesto que lo hace para asistir a su amo sin aguardar nada a cambio.

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