Mieduh, el fantasma cobardica

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Mieduh, el fantasma cobardica

El cuento de Mieduh, el fantasma cobardica

En un castillo encantado vivían unos espectros malísimos que amedrentaban a todos las personas que vivían en él. Por las noches, los espectros se paseaban alegremente por el castillo, aterrando a cualquiera que se encontrasen.
Mas había uno que no se atrevía a salir a dar sustos, pues tenía mucho temor. Este espectro era cobarde pues no siempre y en todo momento había sido un espectro, sino realmente era un pequeño que había sido castigado por una señora a la que había atemorizado disfrazado con una sábana. Resultó que la señora era una hechicera y le lanzó un hechizo que lo transformó en un espectro de veras.
El pequeño espectro debió huir de su pueblo y cobijarse en un sitio donde hubiese más espectros como y de este modo llegó hasta aquel castillo encantado.
Cuando llegó a su nuevo hogar y sus compañeros descubrieron que era un cobarde al que le daban temor los sustos, el pequeño espectro pasó a ser el entretenimiento del resto. Para reírse de él, el resto espectros le daban unos sustos tremendos, y le decían:
– ¡Uuuuh! ¡Uuuuuh! ¡Tengo mieduuuuuuuh!
Y de esta forma fue como le pusieron de nombre Mieduh.
Un día llegó al castillo una nueva familia. Los muy incautos habían comprado aquella propiedad a los viejos dueños que, hartos de espectros, la habían vendido a buen coste sin contarle a absolutamente nadie lo horrible que era vivir en aquel sitio lleno de espectros.
Entre los recién llegados había una pequeña muy guapa y muy afable de exactamente la misma edad que Mieduh llamada Ánima. Él deseó ir a visitarla para contarle lo que pasaba en aquel castillo y decirle que no debía tener temor de él. Realmente solo deseaba que fuesen amigos. Mas cuando lo vio, Ánima comenzó a vocear aterrada y salió huyendo de allá.
Mieduh, atemorizado por aquellos chillidos histéricos, corrió a ocultarse. El resto espectros se rieron de Mieduh sin reposo a lo largo de horas.
– ¡Ja ja ja! Para un susto que darás y escapas fallecido de temor
– No fui a darle un susto -afirmó Mieduh -. Solo deseaba que fuera mi amiga.
– ¿Tu amiga? Eres un espectro. ¡No puedes tener amigos!
– ¿Quién te quererá a ti como amigo con lo desganado que eres? Si supieses atemorizar tend?ias amigos espectros.
Mas Mieduh no deseaba tener esa clase de amigos. Él deseaba amigos de veras, de carne y hueso, si bien no sabía realmente bien de qué manera lograr que Ánima le hiciese caso.
Esa noche, todos y cada uno de los espectros se reunieron para darles una bienvenida singular a los nuevos inquilinos.
– Nos vamos a separar -afirmó el espectro más experimentado -. En conjuntos, asustaremos a cada uno de ellos separadamente y, cuando se reúnan, entre todos lanzaremos el Gran Susto.
Mieduh no deseaba que asustaran a Ánima. Ya había visto el Gran Susto en otras ocasiones, y a más de uno se le había parado el corazón con él. Conque se llenó de valor y se preparó para hacer algo. Se ocultó en la habitación de Ánima y, sin salir a fin de que no la viese, le dijo:
– ¡Ps, ps! ¡Hola! -afirmó Mieduh desde bajo la cama.
– ¿Quién anda ahí? -preguntó la pequeña.
– Un habitante del castillo, mas no tengas temor, no te haré nada.
– ¿Eres el espectro de ya antes? -afirmó la pequeña, un tanto atemorizada.
– Bueno, no siempre y en todo momento he sido un espectro, y mi pretensión jamás fue atemorizarte -.
Mieduh le contó que el castillo estaba lleno de espectros malos y le explicó lo que planeaban.
– Mis progenitores no se creerán esto -afirmó Ánima-. Además de esto, ni tan siquiera te veo. ¿De qué manera sabré que eres de veras un espectro y no un chiquillo del pueblo que viene a atemorizarme y a reírse de mí?
Mieduh salió de bajo la cama con mucho cuidado y, tremiendo de temor, le dijo:
– No grites, por favor, que me asusto.
– ¡Vaya, puesto que es cierto! Eres un espectro. ¿Por qué razón me ayudas?
– Por el hecho de que estoy realmente triste y necesito una amiga. Estos espectros son malísimos y me hacen la vida imposible.
– Apacible, ya sé como los vamos a echar. Tengo una idea mas debes asistirme a darles a ellos un susto aún mayor.
La pequeña charló con sus progenitores, y les afirmó que deseaba organizar una noche de temor en el castillo para divertirse un rato.
– Yo me ocupo de todo. Voy a invitar a unos amigos y nos divertiremos.
Cuando los espectros salieron a dar sustos todo el planeta se rió mucho de lo amenos que eran los disfraces, pensando que eran amigos de la chavala convidados a la celebración. Y mientras que los espectros estaban confusos, Ánima y Mieduh salieron metidos en una gran sábana articulada que soltaba humo y chispas, dando unos chillidos y unos aullidos horribles.
Los espectros, que no se lo aguardaban, salieron corriendo asustados ante aquella situación.
Mieduh y Ánima se rieron mucho y, de la emoción, la chica besó al espectro. Y, como acostumbra a pasar con estas cosas de hechizos y besos, el encantamiento se desvaneció y Mieduh fue de nuevo el pequeño de siempre y en todo momento.
Desde aquel día, el pequeño vive en el castillo con su nueva familia, y jamás más volvió a tener temor. Y, si bien en ocasiones se amedrentaba, se encaraba a sus temores con osadía y coraje.

Qué aprendimos del cuento Mieduh, el fantasma cobardica

La historia de Mieduh nos explica que debemos encararnos a nuestros temores para conseguir superarlos. En su caso el temor que tiene son el resto espectros del castillo, y con ayuda de Ánima consigue enfrentarse a ellos y echarlos del castillo. Con esto el cuento pretende decirnos asimismo que podemos apoyarnos en nuestros amigos para vencer los temores que tengamos, en tanto que como amigos nuestros van a estar encantados de hacerlo.

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