Caperucita roja

Hoy el Cuento de la categoria Cuentos Clásicos sobre Caperucita roja

Caperucita roja

El cuento de Caperucita roja

Había una vez una dulce pequeña que deseaba mucho a su madre y a su abuela. Les asistía en todo cuanto podía y como era tan buena el día de su aniversario su abuela le obsequió una caperuza roja. Como le agradaba tanto y también iba con ella a todas y cada una partes, pronto todos comenzaron a llamarla Caperucita roja.
Un día la abuela de Caperucita, que vivía en el bosque, enfermó y la madre de Caperucita le solicitó que le llevase una cesta con una torta y un tarro de mantequilla. Caperucita admitió encantada.
– Ten mucho cuidado Caperucita, y no te entretengas en el bosque.
– ¡Sí mamá!
La pequeña andaba reposadamente por el bosque cuando el lobo la vio y se aproximó a ella.
– ¿Dónde vas Caperucita?
– A casa de mi abuela a llevarle esta cesta con una torta y mantequilla.
– Yo asimismo deseaba ir a verla…. con lo que, ¿por qué razón no hacemos una carrera? Tú ve por ese camino de acá que voy a ir por este otro.
– ¡Vale!
El lobo mandó a Caperucita por el camino más largo y llegó ya antes que ella a casa de la abuela. De tal modo que se hizo pasar por la pequeña y llamó a la puerta. Si bien lo que no sabía es que un cazador lo había visto llegar.
– ¿Quién es?, respondió la abuela
– Soy , Caperucita – afirmó el lobo
– Que bien hija mía. Pasa, pasa
El lobo entró, se abalanzó sobre la abuela y se la comió de un mordisco. Se puso su camisón y se metió en cama a aguardar a que llegase Caperucita.
La pequeña se entretuvo en el bosque cogiendo avellanas y flores y de ahí que tardó en llegar un tanto más. Al llegar llamó a la puerta.
– ¿Quién es?, respondió el lobo tratando de afinar su voz
– Soy , Caperucita. Te traigo una torta y un tarrito de mantequilla.
– Qué bien hija mía. Pasa, pasa
Cuando Caperucita entró halló diferente a la abuela, si bien no supo bien porqué.
– ¡Abuela, qué ojos más grandes tienes!
– Sí, son para verte mejor hija mía
– ¡Abuela, qué orejas tan grandes tienes!
– Claro, son para oírte mejor…
– Mas abuela, ¡qué dientes más grandes tienes!
– ¡¡Son para comerte mejor!!
Cuando afirmó esto el lobo se lanzó sobre Caperucita y se la comió asimismo. Su estómago estaba tan lleno que el lobo se quedó dormido.
En ese instante el cazador que lo había visto entrar en casa de la abuela empezó a preocuparse. Había pasado mucho rato y tratándose de un lobo…¡Dios sabía que podía haber pasado! De forma que entró en la casa. Cuando llegó allá y vio al lobo con la panza hinchada se imaginó lo ocurrido, conque cogió su cuchillo y abrió la tripa del animal para sacar a Caperucita y su abuela.
– Hay que darle un buen castigo a este lobo, pensó el cazador.
De forma que le llenó la tripa de piedras y se la volvió a coser. Cuando el lobo despertó de su siesta tenía mucha sed y al acercarse al río, ¡zas! se cayó dentro y se ahogó.
Caperucita volvió a ver a su madre y su abuela y desde ese momento prometió hacer siempre y en todo momento caso a lo que le dijese su madre.

Qué aprendimos del cuento Caperucita roja

El relato nos habla de la relevancia de la obediencia a través del ejemplo de Caperucita, que a punto está de tener un mal final, por haber desacatado a su madre. Es una forma de ejemplarizar y hacer comprender a los más pequeños que no hacer caso a los progenitores puede traer consigo consecuencias negativas.
De igual forma el cuento pone el acento sobre la prudencia como valor preciso para distinguir entre lo que es bueno de lo que es malo y mostrarnos precavidos ante conductas peligrosas como charlar con extraños.

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