El valiente soldadito de plomo

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El valiente soldadito de plomo

El cuento de El valiente soldadito de plomo

Érase una vez 25 soldaditos de plomo. Todos iguales, con su uniforme impecable, la vista al frente y su fusil al hombro. Todos menos uno, al que le faltaba una pierna pues fue el último en derretir y ya no quedaba plomo suficiente. Mas exactamente pues era diferente, era el que más llamaba la atención de todos.
Un día los soldaditos fueron regalados a un pequeño y llegaron a una casa llena de juguetes. De todos , el castillo de papel fue el que más le agradó al soldadito de plomo. ¡Era tan bonito y grande! y además de esto en su puerta tenía una muy elegante bailarina.
– ¡Qué guapa es! ¡Podría ser mi esposa y entonces viviríamos juntos en su castillo!, pensó el soldadito.
Cuando llegó la noche y todos en la casa se fueron a dormir, los juguetes se despertaron. El soldadito observaba oculto tras una caja de tabaco al resto de los juguetes, y de forma especial a su bailarina, cuando de súbito sonaron las 12 y se abrió de cuajo la caja de tabaco. De ella salió un trol negro.
– ¿Qué miras soldadito de plomo? ¡Mira a otro lado!
El soldadito se echó a reír y el trol airado le respondió.
– ¿Ah no? ¡Puesto que ya vas a ver!
Al día después el pequeño puso al soldadito en la ventana y de súbito vino una corriente de aire – no se sabe si por culpa del trol o bien por qué razón- y lanzó al soldadito hasta la calle. De manera rápida el pequeño bajó a procurarlo mas si bien el soldadito estaba ahí mismo, no lo vio.
El soldadito se quedó solo y por si no fuera suficiente comenzó a llover. Unos pequeños lo hallaron y no se les ocurrió otra cosa que hacer un navío de papel y meterlo dentro a fin de que navegase por las calles. Mas no fue en lo más mínimo ameno. El navío se movía poco a poco más y el pobre soldadito comenzó a estar mareado, mas como era un soldado valiente prosiguió con la vista al frente sosteniendo fuertemente su fusil. Llegó a un desagüe donde la corriente era cada vez más fuerte y en esos instantes de sofocación el soldadito solo podía meditar en ver a su bailarina. Prosiguió en el barco, mas hubo un instante en el que este no pudo soportar más, terminó deshaciéndose y el soldadito se hundió con él…. hasta el momento en que por ahí apareció un pez y engullió al soldadito.
Abrió los ojos y no vio nada. Continuó en la obscuridad, prácticamente sin poder moverse hasta el momento en que se abrió la boca del pez y apareció una chavala del otro lado. Lo miró con curiosidad, lo cogió de forma cuidadosa y lo dejó encima de una mesa. Mas un instante, aquel sitio resultaba familiar para el soldadito… ¡claro! Estaba en exactamente la misma casa en la que se hallaba inmediatamente antes de desplomarse de la ventana y sí, la bailarina proseguía allá erguida sobre una pierna con elegancia.
Mas sin saber porqué el pequeño lo cogió y lo lanzó a la chimenea. El pobre soldadito comenzó a consumirse poquito a poco sin poder hacer nada por salvarse. En la mitad del tormento miró a la bailarina y lo miró a él. Entonces brotó otra racha de viento y la bailarina voló hasta la chimenea junto a él y los dos desaparecieron juntos entre las llamas.
Al día después, nada quedaba de los 2 salvo una pequeña bola de plomo, que curiosamente, tenía forma de corazón.

Qué aprendimos del cuento El valiente soldadito de plomo

Este cuento es un bonito ejemplo de osadía y perseverancia a través del personaje del soldadito. Este, pese a las contrariedades con las que se halla, las enfrenta con valor y arrojo enfrentándose a ellas, tratando de vencerlas. Asimismo, prueba en su actitud perseverancia, pues el soldadito desea ver a la bailarina y exactamente por el hecho de que no ceja en su empeño está presto a aguantar todo género de contrariedades.
Por otra parte, el cuento es asimismo un enorme ejemplo de superación y autoestima puesto que se trata de un personaje cojo, diferente al resto, que no ve en aquello que lo hace diferente un inconveniente sino más bien una virtud.

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