El castillo de hielo

Hoy el Cuento de la categoria Cuentos Originales sobre El castillo de hielo

El castillo de hielo

El cuento de El castillo de hielo

Había una vez un reino friísimo construido sobre nieve en el que había un castillo que estaba hecho de hielo. Era un sitio tan frío que ni tan siquiera el fuego que utlizaban sus habitantes para calentarse conseguía fundirlo. La causa estaba en la frialdad del corazón de los que allá vivían. Todos tenían corazones de hielo. Singularmente el rey, que era sátrapa y permitido.
Mas tal era el frío que salía de los corazones de aquella gente que llegó un día en que el fuego del castillo por último se apagó. Aquello era una desgracia. No había luz de noche, ni sitio para cocinar los comestibles. Precisaban el fuego para vivir.
El rey mandó a un joven soldado que saliese a buscar fuego para nutrir la chimenea del castillo.
-¡Y no vuelvas sin él!- le afirmó.
El joven salió cara la aldea con una lámpara y unas candelas apagadas en pos de alguien que le diese un tanto de fuego. Se detuvo frente a la primera casa halló, llamó a la puerta y dijo:
-¡Abrid! ¡El rey demanda fuego para nutrir su chimenea!- chilló el joven con tono impertinente.
Mas absolutamente nadie le abrió la puerta, conque el soldado prosiguió caminando. Halló una segunda casa y volvió a llamar.
-¡El rey precisa fuego para nutrir su castillo!
Aguardó un largo rato en la puerta, fallecido de frío y sin percibir contestación alguna. Por último un hombre abrió la puerta con determinado recelo
– El rey jamás se preocupa por su pueblo, ¿por qué razón tendríamos que asistirle ahora?
Y cerró la puerta en las narices del soldado.
El joven prosiguió caminando pensando en las palabras de aquel hombre. Al fin y al postre llevaba razón. Era normal que absolutamente nadie quisiese asistir al rey. Mas el debía regresar al castillo con el fuego. Se lo había dejado bien claro el rey. Debía continuar intentándolo conque llamó a otra puerta.
– ¿Qué deseáis? – respondió una mujer ya antes aun de que hubiese llamado
– Fuego, fuego para el castillo del rey señora
– ¿Sabes? No debería dártelo pues el rey no se lo merece. Mas me da lástima que vuelvas con las manos vacías y te encierre en las mazmorras… Anda pasa.
La mujer le dio fuego al soldado y este pudo encender la candela, mas al poco rato de pasear con ella en la mano esta se apagó. El chaval no lo comprendía. No sabía que si había ocurrido eso era por el hecho de que el frío de su corazón la había apagado.
Procuró retornar a la casa de la mujer que había encendido la candela mas había anochecido por completo y no pudo hallar el camino. El joven estaba agobiado. No podía regresar al castillo sin fuego y cada vez tenía más frío y apetito.
En ese instante, una joven pasó por allá y vio a aquel chico que no dejaba de lamentarse de su mala suerte.
-¿Qué te pasa? Semejas triste.
-Soy un desgraciado -afirmó -. El rey me ha dicho que lleve fuego al castillo y cuando al fin consigo a alguien que me lo dé se me apaga la candela. ¡No puedo regresar sin él!
-Sosegado. Ven conmigo, te lo voy a dar
El joven desconfió de la afabilidad de la chica mas todavía de este modo la prosiguió. Llegaron a su casa y le Juntos le invitó a sentarse al lado de la chimenea a fin de que entrase en calor.
– Solo puedo ofrecerte pan duro, lo siento.
– Ya veo… imagino que desearás un buen puñado de monedas de oro por dejar que me proteja acá y darme fuego.
– ¿Apreciar? ¿Por qué razón iba a solicitarte algo? No deseo nada. Solo pretendía asistirte.
– Ah, gracias entonces…. De donde vengo absolutamente nadie te ayuda sin solicitarte algo a cambio.
– ¿De veras? Acá las cosas son de otra manera. Absolutamente nadie tiene mucho, mas nos asistimos los unos a los otros para salir adelante.
– Ah… ¿Oye, te importa si paso la noche acá? Estoy cansadísimo para continuar andando hasta el castillo. Voy a partir mañana temprano.
Los dos se fueron a dormir mas el joven soldado prosiguió pensando en las palabras de la chavala “Nos asistimos los unos a los otros para salir adelante” Era una excepcional forma de ver las cosas y seguro que considerablemente más felices de esta forma de lo que eran los habitantes del castillo.
– Debo localizar la manera de asistirle, se afirmó.
Cuando por la mañana siguiente la chica se levantó se halló la mesa llena de pan, fruta, queso y leche. El soldado había madrugado para ir al pueblo y adquirirlo todo cuanto pudo con unas monedas que había encontrado en sus bolsillos.
-¡Muchas gracias! No sé de qué forma agradecértelo – afirmó la chavala
– Ya has hecho bastante. Gracias por todo.
El chaval encendió su candela cuidadosamente y emprendió su camino de vuelta. Tenía temor de que volviese a apagarse mas esta vez no ocurrió. Cuando llegó al castillo y prendió la chimenea sucedió algo sorprendente. La gente comenzó a sonreír y a ser afable de súbito, y su corazón se llenó de paz y amor por el resto. El rey dejó de ser sátrapa y la nieve desapareció para dar paso a verdes y frondosos prados. El castillo de hielo se convirtió en un castillo de cristal donde el fuego de la chimenea no se apagó nunca.

Qué aprendimos del cuento El castillo de hielo

Este cuento nos sirve de ejemplo para comprender qué es lo que significa la bondad. Lo vemos claro en la actitud de múltiples personajes como la señora que le ofrece fuego al soldado pues le da lástima meditar qué le va a ocurrir si vuelve al castillo sin él, o bien la chavala que le ofrece cobijo. Merced a estos casos de ejemplo los pequeños comprenderán que ser bueno implica asistir a el resto sin aguardar nada a cambio.
Por otra parte nos explica si bien de forma más resumida que cuando no nos preocupamos por el resto – como le ocurre al rey con su pueblo – lo más simple va a ser que cuando precisemos su ayuda no nos la den. No obstante, los pequeños tienen que comprender que ser rencorosos no es algo positivo. Sino es mucho mejor saber disculpar y asistir a quien lo precisa.

Leave a Reply