Lo que le pasó a Marina cuando se quedó sin sus libros

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Lo que le pasó a Marina cuando se quedó sin sus libros

El cuento de Lo que le pasó a Marina cuando se quedó sin sus libros

Marina era una pequeña que adoraba leer cuentos. Se pasaba el día entero sumergida en sus libros, leyendo una y otra vez historias de todo género. Las que más le agradaban eran las que trataban sobre misterios y misterios, si bien los cuentos de hadas y duendes asimismo le llamaba mucho la atención.
Toda vez que alguien deseaba hacer un regalo a Marina le agasajaba con un libro. Los tenía de todos y cada uno de los tamaños, de todos y cada uno de los colores y de todas y cada una de las formas posibles.
Un día Marina y sus papás debieron irse de su casa para mudarse a otra urbe. Marina comenzó a empaquetar sus libros, mas su mamá le afirmó que no se los podía llevar.
-Hija, no podemos llevarnos los libros-le afirmó su mamá-. Donde vamos no hay lugar para ellos.
-Mas necesito mis libros, son míos -respondió la pequeña-. ¿Qué leeré si no me los llevo?
-Ya encontraremos un antídoto, hija, deja de preocuparte -le afirmó su madre, procurando aliviar a su hija, que estaba preocupadísima por la nueva.
Aquella noche Marina no pudo dormir. Estaba realmente triste. Mudarse de casa no le hacía mucha gracia, mas irse sin sus libros era como dejar parte de ella descuidada allá. Cuando al final pudo dormirse, tuvo un sueño increíble. Un hada pequeñísima se aproximaba a ella y le daba un pequeño papel enrollado en un saquito con un cordón de cuero.
-Cuélgate esto al cuello y ábrelo cuando llegues a tu nuevo hogar -le afirmaba el hada-. Cuando lo hagas hallarás la solución a tus inconvenientes.
Cuando Marina se despertó y vio que tenía el saquito con el que había soñado no se lo podía creer. Tuvo la tentación de abrirlo, mas enseguida se percató de que debía aguardar.
Considerablemente más apacible, aun con bastante alegría, asistió a sus progenitores con los últimos preparativos para el viaje.
-Semeja que estás más animada, hija -le afirmó su padre.
-Sí papá -respondió la pequeña-. He soñado que todo irá bien.
Cuando llegaron a su nueva casa Marina vio que era pequeñísima. Allá no podría tener apenas libros, y eso le enfadó. Entonces se acordó del saquito que llevaba colgado al cuello, y se lo quitó. Lo dejó sobre la mesita por la noche de su habitación y se quedó dormida de lo fatigada que estaba del viaje.
En sueños, Marina volvió a ver al hada de la noche precedente, que le decía:
-¿Por qué razón no has abierto el saquito, Marina?
-Sea lo que sea, en esta casa no cabe nada. No hay lugar para mis cuentos -respondió la pequeña.
-¿Cuántos cuentos precisas, pequeña? -preguntó el hada.
-Me agradaría tener todos y cada uno de los cuentos del planeta, leer todas y cada una de las historias escritas y todas y cada una los libros que se van a escribir -respondió Marina.
-Abre el saquito y allá los hallarás todos -afirmó el hada ya antes de desaparecer.
Marina se despertó alterada. ¿De qué forma iba a ser posible eso? ¿Habría en el saquito un conjuro mágico para transformar aquel piso en una enorme casa? ¿O bien quizás la receta para hacer una poción que la transportara a un sitio lleno de libros?
Puesto que no, no había nada eso. Lo que había escrito en aquel papel no guardaba relación con eso. Sencillamente, el papel decía: “Pide un deseo”.
Marina estaba confundida. Incluso de esta manera lo procuró.
-Deseo un conjuro para transformar esta casa en una enorme mansión en la que quepan todos y cada uno de los cuentos del planeta-chilló la pequeña.
Mas no pasó nada.
Realmente triste se echó a dormir otro poco. En sus sueños el hada le decía:
-Has deseado una casa, mas no existe ninguna casa tan grande para que en ella quepan todos y cada uno de los cuentos, historias y libros del planeta.
Por la mañana siguiente Marina volvió a procurarlo. Esta vez, decidió probar a solicitar una poción mágica, a ver si esa era la solución.
-Deseo una poción que me deje ir al sitio donde pueda leer todos y cada uno de los libros del planeta -afirmó Marina.
Esta vez tampoco pasó nada.
-¿Por qué razón es tan bastante difícil? -chilló-. ¡Solo deseo algo para poder leer todos y cada uno de los cuentos del planeta!
En ese instante apareció ante ella una libro, solo uno. No era muy grande, mas tenía algo singular. En su portada, sencillamente ponía: “Pide un deseo”. Era increíble. Marina no podía creerlo.
Mas de súbito lo comprendió todo. Sin pensárselo un par de veces, dijo:
-Deseo un cuento de piratas buenos.
Abrió el libro y se halló con la historia de un pirata muy especial que no deseaba ser malo y que, al final, persuadía a el resto piratas para hacer el bien y asistir a la gente que lo precisaba.
-Ahora deseo leer la historia de una ballena que se transforma en gaviota- afirmó la pequeña.
Y allá estaba, la historia que había pedido, una ballena que se transformaba en gaviota para buscar un sitio en el que absolutamente nadie desee apresar ballenas.
Marina se pasó todo el día leyendo en aquel libro mágico que contenía todas y cada una de las historias del planeta. Esa noche Marina se acostó pensando que hasta los inconvenientes más difíciles tienen una solución, si bien no siempre y en toda circunstancia sea como la habíamos pensado y que, en ocasiones, es considerablemente más fácil de lo que pueda parecer.

Qué aprendimos del cuento Lo que le pasó a Marina cuando se quedó sin sus libros

Este cuento transmite a los pequeños el amor por la lectura mediante una pequeña para la que los libros son su mayor entretenimiento.
Además de esto enseña a los más pequeños que a veces se hallarán con situaciones que no les agraden o bien inconvenientes y deben aprender a buscar una solución a estos. Para eso es realmente útil ser positivos, por el hecho de que nos hace ver las cosas desde otro punto de vista y, como afirma el cuento sobre Marina y sus libros, nos prueba que en ocasiones la solución es más fácil de lo que semeja.

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