El murciélago tramposo

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El murciélago tramposo

El cuento de El murciélago tramposo

Como cada año, los animales del bosque organizaban la carrera de la primavera. Participaban un montón de animales y siempre y en toda circunstancia lo pasaban realmente bien. Conejos, ardillas, ratones, pájaros y hasta las hormigas más pequeñas del sitio.
Era un día tan entretenido que todo el planeta se apuntaba a la carrera. Además de esto, el ganador era premiado con un enorme trofeo lleno de muy, muy ricos pasteles y gominolas.
El entorno de los preparativos era muy alegre, hasta el momento en que supieron que ese año participaría alguien inopinado en la carrera.
Se trataba de Mumú, un murceguillo con malísimas pulgas que siempre y en toda circunstancia estaba de mal humor y al que le agradaba incordiar al resto de animales. Se creía ser el mejor de todos y cada uno de los animales del bosque y siempre y en todo momento iba alardeando por ahí.
– ¡Se enterarán! Este año no se marchan a entretener tanto pues me llevaré el trofeo sea como fuere.
Cuando todos y cada uno de los animales se enteraron de que Mumú iba a participar en la carrera se sorprendieron mucho. Sabían que Mumú era muy tramposo y que haría ciertas suyas para ganar.
Bueno, ¡dejémosle que haga lo que desee! Al final a nosotros lo que nos importa es pasarlo bien.
– No pasa nada si Mumú se lleva el trofeo – comentó uno de los conejos.
Al fin llegó el día y allá se reunieron más de 100 animales. Todos participaron amigablemente hasta el momento en que llegaron a la meta. Unos llegaron ya antes y otros llegaron mucho después y allá en la meta estaba Mumú, que había llegado el primero, riéndose de todos.
– ¡Jajaja!¡Mas qué lentos sois!. ¡Acá llevo un rato aguardando a que lleguéis! ¡Y, lo mejor de todo, es que me llevo el trofeo! – chillaba Mumú.
Todos sabían que Mumú había hecho trampas, mas a ninguno le importaba perder y no hicieron caso a las mofas de Mumú.
Por año siguiente, volvió a acontecer lo mismo. Todos y cada uno de los animales participaron amigablemente en la carrera y Mumú volvió a hacer una de las suyas llevándose, inmerecidamente, el trofeo a casa.
Pasaron los años y todos comenzaron a estar un tanto hartos de Mumú. No era justo que Mumú se llevase el trofeo haciendo trampas. Con lo que tuvieron una idea.
Ese año no harían una carrera, harían una gymkana en la que deberían superar múltiples pruebas delante de un jurado y lograr un montón de objetos ocultos. Mumú no podría engañar pues el jurado lo vería todo y debería lograr los objetos ocultos como todos y cada uno de los participantes.
Al fin llegó el enorme día y todos y cada uno de los animales se apuntaron a la gymkana. A lo largo de todo el día estuvieron superando pruebas y buscando los objetos ocultos. Se lo pasaron excelente, en contraste a Mumú, que ese día lo tuvo realmente difícil para ganar.
Él se creía el mejor de todos, mas en el fondo sabía que no lo era. Lo que era es un tramposo que se las apañaba para salirse siempre y en toda circunstancia con la suya.
Y de esta forma se probó ese día. Fue uno de los ratones más veloces el que logró ganar y Mumú , que no logró el trofeo, se lo tomó muy mal. No supo perder y se enojó mucho.
El ratón ganador, que era buen contendiente, le afirmó dando una lección:
– Deberías percatarte de que haciendo trampas no se llega a ningún lado. Se coge ya antes a un mentiroso que a un cojo. Y asimismo deberías percatarte de que lo esencial es participar y pasarlo bien.
Mumú vio como el ratón compartió los pasteles y golosinas de su trofeo con todos y cada uno de los animales mientras que todos reían comentando la gymkana. Él estaba solo en una esquina, con la cara hasta el suelo y viendo como todos lo pasaban realmente bien.
Conque, al final, comprendió que era una tontería portarse como lo hacía y decidió mudar de actitud para no estar solo y poder gozar de días tan amenos como el día de la gymkana de primavera.

Qué aprendimos del cuento El murciélago tramposo

Con la historia del murceguillo Mumú los pequeños comprenderán que han de ser honrados y francos con el resto. No está bien que hagan trampas para mentir a otros pequeños, y si dejar de hacerlas implica por servirnos de un ejemplo que pierdan una carrera como le ocurre a Mumú, no pasa nada por el hecho de que lo esencial es participar.

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