La sirena de las escamas naranjas

Hoy el Cuento de la categoria Cuentos Originales sobre La sirena de las escamas naranjas

La sirena de las escamas naranjas

El cuento de La sirena de las escamas naranjas

Hace un buen tiempo hubo una sirena llamada Casilda que vivía en el fondo del mar. Era una sirenita muy preciosa, con el pelo larguísimo y escamas de color naranja tan refulgentes que daban luz a todos y cada uno de los que vivían con ella.
Casilda era muy tímida. Le encantaba nadar y dar volteretas en el agua, mas, lo que más le agradaba, era cantar.
Cantaba realmente bien, mas era tan tímida y vergonzosa que no se atrevía a cantar delante del resto. Siempre y en todo momento se ocultaba donde podía y cantaba sola. Ese era su gran secreto.
Un día, mientras que nadaba en el fondo del mar, halló una muy, muy grande burbuja y tuvo una idea.
– Si me la quedo podría cantar dentro de ella sin que absolutamente nadie me escuchase. ¡Es perfecta!
De tal modo que de este modo lo hizo.
Casilda iba todos y cada uno de los días a meterse en su burbuja a cantar. Un día, mientras que cantaba dichosamente, pasó algo horrible. Un montón de tiburones se aproximaron a donde vivía al lado de su familia y el resto peces para incordiarles.
Casilda, que estaba metida en su burbuja sin que absolutamente nadie la oyese y sin escuchar lo que pasaba fuera, no se dio cuenta de nada. Cuando salió y asistió a casa, vio que todos estaban realmente tristes y asustados.
Absolutamente nadie sabía qué podían hacer a fin de que los tiburones no fuesen allá a incordiarles nuevamente. Al día después semeja uno de los más ancianos del mar halló la solución.
– ¡Escuchad! Tan solo hay una cosa que distancia a los tiburones, mas desde hace muchos años no he visto nada igual por acá.
Todos y cada uno de los habitantes del mar estaban muy intrigados y preguntaron al anciano:
– ¿Y qué es eso que ahuyenta a los tiburones?
El anciano les contó que, hace muchos años, los tiburones siempre y en toda circunstancia iban a comer allá y entonces descubrieron que solo el canto de una sirena con escamas naranjas los podía ahuyentar.
Cuando el anciano les contó esa historia, todos se pusieron a meditar en una sirena que tuviese escamas naranjas y que cantase bien y, de súbito, uno de los peces dijo:
– ¡Casilda tiene las escamas naranjas! ¡Seguro que nos puede salvar!
– ¡Mas Casilda no sabe cantar! – afirmaron el resto.
Absolutamente nadie sabía que Casilda cantaba tan bien, mas como era la única sirena con escamas naranjas, todos fueron a procurarla para preguntarle.
Casilda estaba metida en su burbuja cantando en el momento en que un erizo de mar pasó por su parte y, involuntariamente, explotó la burbuja.
Casilda no se dio cuenta y prosiguió cantando, mas en ese momento todos llegaron y la oyeron cantar. Cantaba tan bien, que todos se quedaron un buen rato detrás de ella sin moverse y con la boca abierta.
Cuando Casilda se dio la vuelta, se llevó un susto enorme. Le dio tanta vergüenza que se puso roja como un tomate.
– ¡Casilda! ¡Qué bien cantas! ¡Tienes una voz bella! ¿Por qué razón jamás habías cantado para nosotros? – preguntaron todos.
– No sé… Es que si alguien me mira cuando canto, no soy capaz de cantar nada.
Me da tanta vergüenza que no me sale la voz – afirmó Casilda abochornada.
– Mas Casilda, el anciano nos ha dicho que tan solo el canto de una sirena con escamas naranjas puede salvarnos de los tiburones. ¡Precisamos que cantes! ¡Debes hacerlo por nosotros! – le afirmaron
Casilda jamás había podido cantar delante del resto, mas comprendió que debía hacer un enorme esmero para salvar a sus familiares y habitantes del mar.
Entonces, se esmeró mucho y lo logró y desde aquel instante jamás dejó de cantar para todos y, los tiburones, jamás más se aproximaron dejando a todos y cada uno de los habitantes vivir en paz.

Qué aprendimos del cuento La sirena de las escamas naranjas

Con este cuento se pretende que los pequeños comprendan que si bien haya algo que les dé temor hacer, o bien les cueste mucho trabajo, deben esmerarse por superarlo, puesto que la recompensa que supone lograrlo es realmente bonita.
En un caso así la sirena Casilda hace el ahínco de enfrentarse a ese temor que debe es cantar públicamente. Lo hace para asistir a sus vecinos del fondo del mar, algo que da un valor añadido al pequeño sacrificio que hace.

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