El león refunfuñón

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El león refunfuñón

El cuento de El león refunfuñón

Liono era un león muy grande y con muy mal genio. Era tan grande y fuerte que jamás precisaba ayuda para ir a apresar y siempre y en todo momento tenía lo que deseaba. Le agradaba ir solo por la selva y jamás charlaba con prácticamente absolutamente nadie.
El resto de animales de la selva se quedaban en muchas ocasiones sin comida por el hecho de que Liono siempre y en todo momento se llevaba prácticamente todo y jamás compartía nada. Cuando se aproximaban a charlar con él, Liono murmuraba y les rugía a fin de que se alejaran.
Cuando llegó el invierno, hacía tanto frío que todos y cada uno de los animales debían cobijarse en algún lugar calentito hasta el momento en que llegase la primavera.
Liono, como era el más grande y fuerte, se había quedado con el mejor cobijo. Todos y cada uno de los inviernos se iba a vivir a una gruta que había en unas rocas en la que no hacía frío y pasaba todo el invierno calentito comiéndose su comida.
El resto de animales edificaban cobijos con madera, ramas y hojas, mas ese invierno llovió tanto que el agua destruyó prácticamente todos los cobijos que había en la selva.
Todos y cada uno de los animales estaban preocupadísimos frente a la situación y estaban fallecidos de frío. ¡Solo había una solución! Deberían charlar con Liono a fin de que les dejase vivir con él en la gruta.
Entonces, un día fueron todos a la gruta de Liono y le dijeron:
– Liono, el agua y el viento ha destruido todos nuestros cobijos. En la selva no quedan más sitios donde podamos vivir. ¿Nos dejarías venir a vivir contigo?
Mas Liono, muy refunfuñón y maleducado, no dejó que los animales se quedaran en la gruta y rugió tanto que los ahuyentó a todos asustándolos mucho.
Los animales no sabían qué hacer. Llovía mucho y hacía tanto frío que era imposible vivir en medio de la selva. Debían hallar un cobijo urgentemente.
Entonces, tuvieron una excelente idea:
– ¡Edifiquemos un cobijo grande y resistente entre todos! Los elefantes pueden desplazar las rocas más grandes, las jirafas pueden coger las ramas más altas y fuertes y entre todos conseguiremos hallar todo cuanto precisamos – afirmó uno de los tigres de la selva.
De esta manera, todos y cada uno de los animales se pusieron manos a la obra. Unos procuraron piedras y madera, otros lograron cemento, otros hallaron grandes rocas y entre todos comenzaron a edificar un cobijo donde poder vivir en invierno.
Trabajaron mucho a lo largo de un montón de días, mas al fin, tanto esmero mereció la pena:
– ¡Hemos terminado! ¡Hemos terminado! – chillaban todos contentísimos
Todos y cada uno de los animales se fueron al nuevo cobijo a vivir. Allá jugaban, cantaban y comían todos juntos compartiendo todo cuanto tenían. Y lo más esencial, es que estaban asilados del frío, la lluvia, la nieve y el viento a lo largo de todo el invierno.
Un día, los animales escucharon unos ruidos realmente fuertes fuera del cobijo. Eran truenos de una enorme tormenta que traía tanto viento y lluvia que estaba asolando con todo. Brotaron enormes ríos que recorrían toda la selva llevándose a su paso todos y cada uno de los arbustos, árboles y todo cuanto el agua hallaba en su camino.
El río tenía mucha fuerza y llegó hasta la gruta de Liono, que si bien era un cobijo fuerte, no estaba dispuesto para resistir a la tromba de agua de un río tan grande.
El león debió salir nadando de su gruta y no sabía dónde ir. Estaba asustadísimo y nadó y nadó pidiendo socorro.
Mas entonces, un conjunto de animales asomados a una de las ventanas del cobijo lo vieron y le gritaron:
– ¡Liono!¡Por acá! ¡Procura venir al cobijo y vas a estar a salvo!
Liono nadó con sus fuerza. Estuvo a puntito de no lograrlo mas los animales hicieron una cadena entre ellos cogiéndose de las patas y de esa forma consiguieron llegar hasta donde estaba Lionio para salvarlo de la horrible corriente de agua.
Cuando Lionio llegó al cobijo con el resto de los animales se sentía muy abochornado.
– Gracias por vuestra ayuda. No me la merecía tras como os traté la vez que vinisteis a mi gruta a preguntarme si os podíais quedar allá. Pero me habéis salvado. Mil gracias.
El león refunfuñón dejó de serlo y se transformó en un león muy simpático que aprendió que es mejor compartir y asistirse unos a otros.

Qué aprendimos del cuento El león refunfuñón

Este cuento nos explica lo esencial que es que aprendamos a compartir lo que tenemos con el resto, en especial cuando de esa forma les ayudamos. Si no lo hacemos puede pasarnos que cuando precisemos que el resto nos asistan, nos terminemos quedando solos. Claro que asimismo puede sucedernos que tengamos unos amigos buenísimos, y como al león Liono, nos excusen si de veras reconocemos que nos hemos equivocado y solicitamos excusas por esta razón.

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