La Gran Nube

Hoy el Cuento de la categoria Cuentos Originales sobre La Gran Nube

La Gran Nube

El cuento de La Gran Nube

Había una vez una nube muy grande que, pese a ser enorme, no tenía agua. En los días de lluvia, cuando sus compañeras las nubes más pequeñas soltaban todo el agua que tenían, se quedaba sola y triste en una esquina del cielo. Mas sin ella la lluvia que caía era finísima pues ninguna era tan grande.
-Otra vez llovizna a medias… ¡De esta forma no se pueden regar bien los campos! se lamentaba un labrador mirando cara el cielo.
– Que pena que no llueva más fuerte, con las ganas que tenía de salir a jugar sobre los charcos – afirmaba un pequeño mientras que miraba a la calle desde la ventana de su casa.
– Si prosigue lloviendo de esta forma este verano los pantanos estarán secos – comentaban 2 hombres preocupados.
Las nubes estaban muy disgustadas con la Gran Nube. Por culpa suya todo el planeta se quejaba.
-Muy grande, gordísima y muy bella, mas, ¿para qué exactamente vales sin no echas agua? -le afirmaba una nube de tamaño mediano.
Mas la Gran Nube, por mucho que lo procuraba, no podía echar agua. Estaba tan seca que no lo lograba ni cuando lloraba, y eso que lloraba todo el día, por el hecho de que sus compañeras eran durísimas con ella.
Un día que la Gran Nube estaba realmente triste, haciendo sacrificios por moverse para irse de allá y también ir cara las montañas para estar sola, se le aproximó una nube muy pequeña, recién llegada, que se movía con sencillez merced a su pequeño tamaño.
-Yo te puedo dejar mi agua-le afirmó la pequeña nube.
-Oh gracias, mas te hace falta a ti, pequeña -afirmó la Gran Nube.
-Yo soy pequeña, con lo que absolutamente nadie se va a dar cuenta si suelto menos agua . Además de esto…no me agrada que te traten de este modo.
La Gran Nube no supo qué decir ante su afabilidad y terminó admitiendo.
La pequeña nube se puso sobre la Gran nube y soltó su lluvia encima de ella. La lluvia la atravesó y daba la sensación de que, verdaderamente, era la Gran Nube quien hacía que lloviese.
Mas la alegría le duró poco a la Gran Nube por el hecho de que el resto de nubes se echaron a reír cuando vieron la poca agua que había soltado.
– ¿Eso es todo cuanto puedes hacer? ¡Menuda nube!
La Gran Nube se apenó nuevamente al escuchar sus palabras.
-Deja de preocuparte, amiga -le afirmaba la pequeña nube a su hermana mayor-. Me esmeraré y mañana va a llover más.
Y de este modo fue. Al día después, cuando la pequeña nube se había recuperado y estaba de nuevo llena de agua, repitió el truco. Se puso sobre la Gran Nube y volvió a llover, esta vez un poco más.
As lo hicieron a lo largo de múltiples días, hasta el momento en que la pequeña nube se agotó y se secó.
– Lo siento Gran Nube, estoy agotada. No creo que pueda hacer que llueva el día de hoy. Ni tan siquiera un poco.
– Mas, ¿y qué haremos? – respondió la Gran Nube fallecida de temor
– Debes procurar que llueva. Estoy segura de que lo lograrás. Ya vas a ver. Tú inténtalo. Yo estaré acá animándote.
La Gran Nube estaba asustadísima mas pensó en todo cuanto la pequeña nube había hecho por ella y se afirmó para si: ¡Debo procurarlo!
Como fue su sorpresa cuando comenzó a llover como jamás ya antes había llovido. Estuvo lloviendo a lo largo de 2 horas enteras.
– ¿Has visto Gran Nube? ¡Si que has podido! ¡Sabía que podrías!
– Gracias pequeña, no lo habría hecho sin ti. Mil gracias por asistirme
De este modo fue como la Gran Nube recobró la confianza en sí y descubrió que con ganas, y un poco de ayuda, era posible lograr lo que uno quiere, siempre que lo desees de veras.

Qué aprendimos del cuento La Gran Nube

Este cuento enseña a los pequeños que deben esmerarse por lograr aquello que desean.
Puede sucederles, como le ocurre a la Gran Nube, que les cueste mucho esmero, o bien aun que alguien les afirme que no pueden hacerlo. Mas si de veras se esmeran por hacerlo y además de esto cuentan con la ayuda de un buen amigo, se percatarán de que sí que podían y terminarán lográndolo.

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