El payaso ladrón

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El payaso ladrón

El cuento de El payaso ladrón

Claudio era un payaso de circo con poquísima gracia. Cuando salía al escenario absolutamente nadie se reía con sus actuaciones. El resto payasos siempre y en toda circunstancia estaban airados con él y se reían de sus desganadas actuaciones. Mas ni tan siquiera eso tenía gracia. Los dueños del circo acabaron despidiéndolo y Claudio se fue a la calle.
Para vengarse, Claudio inventó un plan. Se cambió el traje y el maquillaje de payaso y se fue a otro circo montando un nuevo espectáculo de humor. Su idea era sencilla: distraer al público con su escasa gracia y aprovechar para hurtarles la cartera y quitarles el dinero ya antes de devolvérsela. Como la gente creía que formaba una parte del espectáculo y era una gracieta, una gracieta pesada, no se percataban de que les habían robado el dinero hasta el momento en que llegaban a casa.
Es posible que Claudio no fuese muy jocoso, mas sí que era listísimo. Aprovechaba siempre y en toda circunstancia la última función para hacer su truco, a fin de que cuando sus víctimas descubrieran que habían sido víctimas de un hurto y que podría haber sido , el circo ya estuviese fuera de la urbe.
El resto miembros del circo ni se enteraron de que había un payaso nuevo trabajando con ellos. Claudio logró hacer su truco sin que apenas se enterase absolutamente nadie más que sus víctimas.
Con el tiempo Claudio se fue haciendo poco a poco más y más avaricioso y fue desatendiendo su técnica. Si al comienzo birlaba a 3 personas, después comenzó a hurtar a 4, y después a 5, entonces a 6. Cada vez hurtaba a más gente. Y si al comienzo solo hurtaba el último día, después comenzó a hurtar en asimismo el día precedente. Y como le iba bien, comenzó a hurtar otro día ya antes. Asimismo desatendió su vestimenta, y comenzó a reiterar sus trajes con lo que era simple identificarle.
Poquito a poco se fue corriendo la voz de que la gente que iba a ese circo salía con la cartera vacía. Y, cosas de la tecnología, comenzaron a correr por Twitter avisos bajo el hashtag #payasoladron y el nombre de la urbe donde estaba el circo.
Merced a la cooperación de todos y cada uno de los ciudadanos en poquitos días cazaron a Claudio, que terminó en la prisión.
Ya preso, Claudio se dio cuenta de su fallo y de que la venganza no conduce a nada bueno. Mas como debía cumplir su condena aprovechó para aprender a ser un payaso de veras. Practicando con su compañeros de la prisión descubrió que lo que ocurría no era que le faltase gracia, sino le sobraba vergüenza. Entonces pensó: “Si no he tenido vergüenza para hurtar, ¿por qué razón voy a tenerla para hacer payasadas?”
Claudio se transformó en un payaso muy jocoso y tan conocido que hasta la T.V. iba a grabarle a la prisión. Mas cuando salió absolutamente nadie deseó contratarle, pues, si bien era muy jocoso, no dejaba de ser un ladrón.
Entonces cayó en la cuenta de que no se había arrepentido en público y de que no había pedido perdón. Con lo que aprovechó el hashtag #payasoladron que habían empleado para cazarle para solicitar excusas y hallar a la gente a la que había robado y devolverles su dinero.
Esta historia corrió como la pólvora, y se transformó en trending topic en pocas horas.
Conmovidos por el arrepentimiento del payaso Claudio, los dueños del circo donde ya antes trabajaba le volvieron a contratar. Claudio montó un número muy ameno en el que se reía de su historia. De esta forma, Claudio no volvió a hurtar y en ese circo jamás absolutamente nadie más volvió a burlarse de un compañero.

Qué aprendimos del cuento El payaso ladrón

La moderna historia del payaso Claudio encierra realmente 2 valores tradicionales como son el arrepentimiento y el perdón. Lo vemos al final del cuento cuando el protagonista es siendo consciente de su fallo, decide solicitar perdón en público y devolver el dinero a todo el mundo a las que hurtó.

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